Al-Qanṭara XLIII (1)
enero-junio 2022, e07
eISSN 1988-2955 | ISSN-L 0211-3589
https://doi.org/10.3989/alqantara.2022.007

RESEÑAS

Xavier Ballestín

Universitat de Barcelona

https://orcid.org/0000-0003-1308-9625

Negre Pérez, Joan, En els confins d’al-Andalus. Territori i poblament durant la formació d’una societat islàmica a les Terres de l’Ebre i el Maestrat, Benicarló, Onada Edicions, 2020, 476 pp.

CONTENIDO

Esta obra constituye la plasmación de una investigación arqueológica y textual, realizada, como indica su autor, en condiciones a menudo precarias y, pese a que el ámbito pudiera hacer pensar en una historia local al uso, erudita y exhaustivamente detallada, no por ello deja de ser la culminación de los últimos avances en el conocimiento de las sociedades altomedievales tempranas, tanto en su registro material, objeto de la arqueología extensiva, de la de prospección y de la de excavación, como en su registro escrito, en su caso árabe, latino y catalán, a cuyo conocimiento el autor ha contribuido a lo largo de su carrera investigadora, centrada específicamente, aunque no de forma exclusiva, en al-Andalus y particularmente en aquellas comarcas de les Terres de l’Ebre y del Maestrat que, parcial o totalmente, estuvieron vinculadas a Ṭurṭūša y su alfoz.

En este proceso las adscripciones del autor han sido siempre inequívocas, posición que obedece tanto a su honradez intelectual como al apasionamiento polémico, impregnado más que ocasionalmente de agresividad, que ha acompañado de forma secular el estudio de la sociedad andalusí y que no deja de manifestarse en esta obra.

La obra está estructurada en una parte inicial con los agradecimientos, un prólogo a cargo de Ramon Martí y una introducción, seguida de cuatro bloques temáticos -Premises de treball, Concreció històrica, Territori i poblament, Frontera i estat- y un apartado final a modo de conclusión -La formació d’una societat islàmica a la perifèria d’al-Andalus-. La aproximación del autor al territorio que analiza es exhaustiva y diacrónica, ya que sitúa la formación de una sociedad islámica en el largo proceso de transición desde el mundo tardoantiguo, pasando por la instauración de los estados sucesores, en este caso el Regnum Gothorum, y llegando hasta la conquista islámica, a partir de la cual plasma la implantación, desarrollo y evolución de nuevas formas de poblamiento y explotación de los recursos, que se reflejan en el registro material y muestran la consolidación de una sociedad islámica en un territorio fronterizo.

Llama la atención que una obra dedicada a reconstruir las estructuras de poblamiento y su cambio entre la Antigüedad Tardía y la segunda mitad del siglo XII no cuente con un índice de figuras e ilustraciones, máxime cuando las 56 de que consta este libro son elaboración directa de su autor e ilustran, si más no, su conocimiento y su voluntad de plasmar gráficamente los resultados de una reconstrucción que combina el trabajo de campo, el análisis de la cartografía antigua y medieval, tanto en lo que atañe a mapas como a itinerarios y, aunque se mencione en último lugar, la lectura de las fuentes latinas y árabes. A ello habría que añadir que en el texto no se remite al lector a las figuras, sino que aparecen sin vinculación al cuerpo del texto, circunstancia que condiciona la integración de la figura en su marco y hace difícil seguir un discurso de reconstrucción toponímica y de redes de comunicación que ya es suficientemente abstruso por sí mismo.

Sobre la lectura de las fuentes y el uso de la bibliografía, quisiera plantear un conjunto de consideraciones. En primer lugar, la tipología con que clasifica y expone las fuentes en árabe requiere una revisión radical, aparte de que no hay referencia alguna a las categorías definitorias usadas por el autor, que no cae en la cuenta de que taʿrīḫ designa una obra histórica del género cronístico, pero también la historia en general (p. 58). Más adelante, atribuye a Ibn Ḫurradāḏbih el carácter fundacional del género de los kutub al-masālik wa-l-mamālik, pero no vocaliza el topónimo que recoge de su obra tal como consta en la página 90 de la edición, ya que en su libro escribe Ǧurunda en lugar de Ǧirunda, lectura que ni justifica ni explica (p. 58). Acto seguido (p. 59), incluye como primera obra del género de los kutub al-masālik wa-l-mamālik en al-Andalus los Aḫbār mulūk al-Andalus, afirmación que recoge sin aparato crítico y sin atender en detalle a la compleja historia editorial y crítica de la obra, de la que atiende exclusivamente a una sola parte de las tres que la componen, aparte de que repara en su título, que la situaría en el género de los aḫbār. Entre las páginas 59 y 64 podemos constatar más incongruencias en el manejo de las fuentes árabes. Por una parte, cada uno de los títulos de las fuentes, enunciados en prosa rimada -saǧʿ-, recibe su traducción específica al catalán, cuya exactitud no ha de ser aquí discutida en detalle, pese a que algunos no dejen de ser, como mínimo, peregrinos, por otra, llama la atención que dedique su esfuerzo a la traducción de títulos en prosa rimada, pero que vierta taʿrīḫ al catalán como «notícies», que es un error elemental (p. 63). Cuando su atención se centra en el registro biobibliográfico no aparece tampoco referencia alguna e introduce (p. 62) la noción de que la competencia y fiabilidad de alfaquíes y ulemas «es basava en el seu esforç pel camí de Déu (ǧihād)», aserción que no por ser veraz y ajustada a la realidad no deja de merecer una contextualización, ausente en el texto del autor, quien afirma que Ibn Ḥazm contribuyó en su tratado genealógico Ǧamharat ansāb al-ʿarab al conocimiento de los sabios y jurisprudentes de época omeya en Ṭurṭūša, topónimo que en dicha fuente aparece una sola vez y es para delimitar el ámbito de la autoridad de ʿAbd Allāh al-Balansī, que no fue ni alfaquí ni jurisprudente, de hecho, si hay o hubo alguno en la obra de Ibn Ḥazm el autor no lo menciona (p. 63). En definitiva, son contadas las ocasiones en que ilustra al lector de donde provienen los datos que aduce sobre la naturaleza de las fuentes árabes y latinas. Por lo que respecta a las 23 fuentes árabes mencionadas en el apartado, estas ocasiones se reducen a tres, la primera, un texto en prensa de J. Lorenzo (nota 77), la segunda, dos artículos de X. Ballestín, sin mención de las páginas utilizadas, la tercera, un texto de James, citado en la nota 79 -James 2012 pp. 20-24-, en la que el autor menciona a James como si fuera el autor de una monografía sobre la historia más antigua de al-Andalus, que es lo que se puede constatar en la bibliografía, donde en la página 459 se puede leer James, D. (2012), A History of Early Al-Andalus, Routledge, Londres. Este texto no es otro que la traducción de D. James del anónimo Aḫbār maǧmūʿa, precedida de un análisis crítico y exhaustivo sobre el texto, sus ediciones y su valor como fuente histórica, que es de donde el autor aduce la información sobre esta obra. El proceder que cabe esperar en este caso es citar la traducción, como el mismo autor hace en el apartado de fuentes con la abreviatura AMF (p. 432), y señalar la página, no citar el texto de D. James como si fuera una monografía, cuando realmente es una traducción de una fuente. El apartado dedicado a fuentes árabes y a fuentes latinas requeriría que la información expuesta pueda ser certificada, cometido para el cual bastaría con acudir a las introducciones de las fuentes, cuando es el caso, o a artículos que pienso el autor ha de conocer o ha de estar familiarizado, o que no tendría problema para encontrar. Si este, que no lo ha sido, hubiera sido el proceder, podría haber introducido también las abreviaturas que desarrolla para las fuentes en el resto del libro. A ello, y como colofón, hay que añadir que esta problemática podría haberse soslayado con una adecuada introducción acerca de los criterios bibliográficos y editoriales adoptados en esta obra, pero no consta. En segundo lugar, y en lo que respecta a las fuentes latinas, tanto los itinerarios bajoimperiales, a los que dedica una considerable atención, como los registros y diplomatarios feudales cristianos postconquista catalana, a lo que recurre de forma exhaustiva, se ha de señalar que después de precisar la cronología del Itinerarium Antonini y de la Cosmographia Ravennate y de recalcar su uso en la reconstrucción de la red viaria hace mención de la Geografia de Guido, tratado en el que se amplía la información contenida en las fuentes precedentes. El problema reside en que dicha obra no aparece como referencia independiente en la sección de fuentes y que su redacción se sitúa en el siglo IX, aunque su compilador, Guido Pisanus, muriese en 1169 (p. 103). Esta falta de atención al detalle impregna otros aspectos de la obra y no es un rasgo que se pueda calificar ni de ocasional ni de episódico, sino de estructural. En la página 90 del texto, en la que se discute la adscripción del corónimo Marmariyya a la Barbiṭāniya, el autor recurre al texto del Nuzhat al-muštāq de al-Idrīsī y para dar apoyo a su hipótesis acerca de su localización, que sitúa en la cuenca fluvial, específicamente la del río Cinca, incide en que la lectura del original, que rezaيلى على البحر yalà ʿalà al-baḥr «seguint el mar», se podría alterar -vid nota 124-, ya que el punto diacrítico inferior de la bāʾ inicial de baḥr, en caso de que se moviese a la parte superior daría naḥr, con lo que la lectura sería yalà ʿalà al-naḥr يلى على النحر «seguint el riu», pero río en árabe es نهر, detalle capital que el autor parece ignorar y que no cuadra en una persona que es capaz de traducir títulos en prosa rimada, como se ha señalado previamente. En tercer lugar, la información que procede del registro arqueológico merece un apartado específico. Para empezar, y partiendo del estado de la cuestión acerca del registro arqueológico de les Terres de l’Ebre y del Maestrat, ignoro por qué la mayoría de las aportaciones, incluso las de especialistas en arqueología e historia coetáneos del autor, aparecen sin referencias bibliográficas (p. 51-52 y 55-56), aunque este no deje de mencionar las últimas excavaciones realizadas, en las que participa activamente y a las que dedica su atención más adelante (pp. 234-254). Sin ir más lejos, y en plena justicia, el autor menciona la ardua labor llevada a cabo previamente por el equipo que excavó la plaza de la Cinta en Tortosa, labor de la que consta un conjunto de memorias de excavación, pero de las que no da noticia ni localización. Pese a la dificultad para acceder a memorias e informes de excavación, bien porque sean aún inéditos, bien porque nadie vaya a tomarse la molestia de redactarlos, no deja de llamar la atención que el autor no conozca o no pueda reseñar ni un solo artículo o contribución de personas a las que menciona por nombre y cuya nómina aparece justo antes de hacer el breve recuento de las dos instituciones, en este caso museos, el Museu de les Terres de l’Ebre y el Museu de Tortosa, que se han distinguido por una aproximación inicial al estudio del patrimonio andalusí en el área de estudio. Y una referencia a estos autores, a los que parece atribuir un papel de precursores, habría sido aquí bienvenida, pese a que después los mencione a lo largo del libro. En cuarto lugar, he de hacer énfasis en que el autor es tan directo como claro en sus posicionamientos metodológicos e historiográficos: el modelo que sigue, si es que este término aún conserva aplicabilidad, es tributario de las aportaciones de Manuel Acién Almansa y se erige en abierta oposición de la concepción sobre la sociedad andalusí que el autor atribuye a Pierre Guichard y que desarrolla Miquel Barceló «i altres equips afins». La explicación de esta oposición y la caracterización de las posturas enfrentadas, que se desarrolla entre las páginas 36 y 47 y en la que, como cabría esperar, el autor toma partido, merece una lectura atenta y pormenorizada, ya que condensa buena parte del debate científico e historiográfico de la arqueología y de la historia medieval peninsular y andalusí. Por lo que respecta a la toma de posición de quien subscribe, solo apuntaré que la riqueza y complejidad del debate al que el autor dedica su atención supera ampliamente cualquier polémica anterior, aunque su virulencia verbal y académica pueda recordar a la que en su momento mantuvieron E. Lévi-Provençal y Claudio Sánchez-Albornoz.

Las críticas a esta obra requerirían mucho más espacio, pero entonces esto no sería una reseña, sino un informe editorial acerca de la viabilidad de un original para publicar, y no ha de ser este el cometido de esta contribución ni ha de ser nuestra responsabilidad llevarla a cabo. Concluiré con la siguiente observación. La desaparecida editorial Anubar, que editaba y publicaba textos latinos y alguna traducción castellana de textos árabes, tenía una consigna que aparecía en la página de la información editorial. Allí se podía leer «Si se sabe poco publica un libro». Espero, pues, que el autor de esta obra, fruto de años de investigación y de un esfuerzo constante, siga publicando más libros, máxime teniendo en cuenta que, puestos a saber, sabe mucho.

Bibliografía

 

James, David, A History of Early Al-Andalus. The Akhbār Majmūʿa, London, Routledge, 2014.