Al-Qanṭara XLIV (2)
julio-diciembre 2023, e28
eISSN 1988-2955 | ISSN-L 0211-3589
https://doi.org/10.3989/alqantara.2023.028

Pierre Guichard (1939-2021), in memoriam

Adela Fábregas

Universidad de Granada

https://orcid.org/0000-0002-1883-288X

CONTENIDO
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La deuda que tiene el medievalismo español en general con Pierre Guichard es enorme y se mantendrá viva durante mucho tiempo. Podemos decir, sin equivocarnos, que el profesor Guichard abrió las puertas a los estudios sobre la historia de al-Andalus como ámbito de pleno derecho del medievalismo hispano, tal y como la conocemos hoy en día. Buena parte de su vida académica, que desarrolló entre las Universidades de Toulouse y Lyon II, donde se jubilaría en 2003 y donde permanecería como catedrático emérito hasta su desaparición, las dedicó al mundo andalusí y a impulsar los estudios sobre el islam occidental. Su labor desde el laboratorio del CNRS de la Universidad de Lyon II, la UMR 5648, que dirigiría entre los años 1994 y 2002, se encaminó siempre en esa dirección, creando también una sólida escuela en su país. Su nombramiento en 1998 como miembro correspondiente de la Académie des Inscriptions et des Belles Lettres no hacía más que reconocer el impacto de su figura y obra en el medievalismo francés.

No era arabista, lo decía con enorme humildad, pero dio un giro fundamental a los estudios árabes e islámicos. Era historiador, eso sí, y en su capacidad para hacer dialogar disciplinas como la arqueología, la historia, el arabismo y la antropología abrió unas perspectivas nunca antes exploradas en la historiografía medieval española.

Pierre Guichard llegó a la historia de al-Andalus casi por casualidad. Su cálida conversación le llevaba a contar cómo las circunstancias políticas que rodeaban Argelia en los años 60 le impidieron dedicarse a unos estudios sobre la sociedad magrebí con los que se había iniciado como investigador. Aun así reconocía la profunda influencia de estos inicios en el desarrollo posterior de su carrera1Detalles sobre su vida relacionados con su trayectoria profesional pueden conocerse en las diversas entrevistas que concedió a lo largo de los años. A destacar, la realizada por Antonio Malpica, “Al-Andalus y la antropología histórica: dialogando con Pierre Guichard”, Fundamentos de Antropología, 1 (1992), pp. 64-73, y por el mismo entrevistador años más tarde, “Entrevista a Pierre Guichard”, Debates de Arqueología Medieval, 3 (2012), pp. 337-349 (http://www.arqueologiamedievaldebates.com/articulo-68/entrevista-a-pierre-guichard), así como la más breve realizada por el grupo Harca (http://harcajmv.blogspot.com/2009/09/entrevista-pierre-guichard.html)..

Su primer gran estudio, resultado de su tesis de Tercer Ciclo presentada en Lyon en 1972 y publicada hace casi medio siglo en España, gracias a la fundamental intervención de Miquel Barceló2Pierre Guichard, Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente, Barcelona, Barral, 1976, [reed. en. Granada, Universidad de Granada, 1995, con estudio preliminar de Antonio Malpica], que ofreció el más acertado análisis historiográfico que se ha hecho de la obra del maestro francés. En Francia se editó, ligeramente modificada, bajo el título Structures sociales orientales et occidentales dans l’Espagne musulmane, Paris, 1977., supuso un verdadero revulsivo en el panorama medievalista. Hasta ese momento eran pocos los que se acercaban a al-Andalus desde la historia medieval, siendo un terreno siempre abonado a los estudios filológicos y literarios, principalmente. Los pocos casos en los que se afrontaba desde la historia, el mundo andalusí veía minimizado su impacto como sociedad radicalmente diferente de la feudal imperante en las otras zonas de la Península, apostando más bien por defender, más allá de algunos signos superficiales de índole cultural o religiosa, una esencial continuidad con la sociedad prefeudal visigoda, que, después, se hundía sin mayor explicación en las tinieblas del tiempo andalusí. Hasta tal punto era así, que muy poco antes de la aparición de su tesis en España, se llegaba a negar abiertamente la invasión árabe de la Península, propuesta que se ve incluso hoy renovada de la mano de teorías aparentemente transgresoras en sus planteamientos. A estas posiciones fuertemente cargadas ya entonces de un matiz ideológico, se sumaba un problema real y en buena parte aún no superado por el medievalismo: me refiero al escaso tratamiento histórico que se había dado a las fuentes árabes. Por un lado, estas no eran, ni lo siguen siendo, objeto de programas de traducción sistemáticos, mientras que los historiadores, generalmente faltos de una formación suficiente, ni siquiera mínima, de árabe, siguen sin poder acceder a las mismas de manera directa. Es una cuestión aún irresuelta, que entiendo que es hora ya de abordar de manera seria por parte de historiadores y arabistas y que por supuesto ha constituido siempre una rémora más que considerable. E inexplicable.

La propuesta de Pierre Guichard abría un intenso proceso de renovación, negando esa visión tradicional que pasaba por encima de la sociedad andalusí como formación histórica de pleno derecho. Supo identificar y defender unas características propias que la distinguían completamente del mundo feudal con el que compartía espacio peninsular, algo que subrayaría en diversas ocasiones3Pierre Guichard, “El problema de las estructuras de tipo feudal en la sociedad de al-Andalus. (El ejemplo de la región valenciana)”, en Pierre Bonnassie et al., Estructuras feudales y feudalismo en el mundo mediterráneo (siglo X-XIII), Barcelona, Crítica, 1984, pp. 117-145.. Esos rasgos particulares residían no solo en las formas externas de la cultura andalusí, sino, sobre todo, en el modo de organizarse como sociedad, en su funcionamiento a todos los niveles. Afirmaba, desde planteamientos que acudían por primera vez en estos estudios a la antropología histórica, que la sociedad que se impondría en al-Andalus presentaba una estructura social y familiar de carácter agnático y patrilineal de prevalencia endogámica, propia del mundo islámico oriental y también identificada en las estructuras de la sociedad beréber. Todo ello, propuesto a través de una serie de argumentos brillantes, se alejaba definitivamente del sistema de organización de la sociedad feudal que se desarrollaría en el área cristiana de la Península. Por otro lado, estas circunstancias, manifestadas en algunos casos en momentos tempranos y cuya evidencia sugería completar con un análisis toponímico pormenorizado, el cual le había ofrecido ya en algunos ejemplos del área valenciana indicios sugestivos, podrían confirmar la amplitud, profundidad y el impacto social de la participación en la conquista e invasión de Hispania de grupos árabo-beréberes. La presencia de estos grupos se vería modulada en las distintas regiones de al-Andalus -con una prevalencia del componente beréber y la fuerza de sus estructuras tribales en la región valenciana, por ejemplo, muy discutida- e impondría un sistema marcado por la estructura tribal visible incluso en los modelos de organización del poblamiento, en los que primaba el predominio de estructuras clánicas y dinámicas segmentarias. Todo ello supuso un auténtico revulsivo en el adormilado escenario del medievalismo y del arabismo hispano.

Las puertas se abrían. Pero por supuesto su aportación no acabó aquí. Como gran medievalista contribuyó a la renovación del panorama historiográfico español al sumarse a una corriente que entonces, en los años 80 del siglo pasado, se acercaba con fuerza a uno de los grandes olvidados de la historia: el mundo campesino. Hasta entonces habían sido pocos los estudios centrados en las sociedades rurales. En relación al mundo andalusí esos estudios eran sencillamente inexistentes. Con un sistema de trabajo que combinaba análisis arqueológico y un recurso competente a las fuentes escritas, árabes y cristianas, elaboró una teoría sobre la forma en que esta sociedad se organizaba, relacionaba y ocupaba el territorio, prestando especial atención al medio rural, sin negar en todo caso la importancia del fenómeno urbano como elemento caracterizador de la sociedad islámica, también la andalusí4Pierre Guichard, “Les villes d’al-Andalus et de l’Occident musulman aux premiers siècles de leur histoire. Une hypothèse récente”, en Patrice Cressier y Mercedes García-Arenal (eds.), Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Maghreb occidental, Madrid, CSIC, 1998, pp. 37-52.. Sus estudios, centrados en el área valenciana, lo llevaron a proponer la estructura básica del poblamiento rural en al-Andalus. Esto le condujo también de manera natural a intentar conocer a los protagonistas de todo ese proceso de organización del territorio, las comunidades rurales, dándoles un papel en la historia andalusí hasta entonces ignorado y a emprender la exploración de sus relaciones con el Estado, sobre las que siguió reflexionando prácticamente hasta el último momento5Uno de sus últimos trabajos publicados giraba precisamente en torno a estas cuestiones, sobre las que reflexionaba y aportaba incluso vías de desarrollo futuras: “Communautes rurales et pouvoir en Al-Andalus, entre les textes, l’Archeologie et la numismatique”, en Alberto García Porras y Adela Fábregas (eds.), Poder y comunidades campesinas en el Islam occidental (siglos XII-XV), Granada, EUG, 2020, pp. 13-52..

No era arqueólogo, le gustaba repetirlo, pero impulsó decisivamente también la arqueología como vía de conocimiento histórico de la sociedad andalusí6Una visión personal de su propia aportación en este campo en Pierre Guichard, “Algunas reflexiones sobre la arqueología medieval y su valor”, en M.ª Ángeles Ginés, La arqueología medieval en la arqueología, Granada, Alhulia, 2003, pp. 37-47.. De la mano de ese interés por el medio rural analizado desde el observatorio valenciano, emprendió a finales de los años 60, como investigador ya de la Casa de Velázquez y junto a Juan Zozaya, las primeras campañas de excavación arqueológica en Torre Bufilla7Con una publicación de resultados en Pierre Guichard, André Bazzana y Patrice Cressier, “Primer informe sobre las excavaciones realizadas en Torre Bufilla, Bétera (Valencia)”, Noticiario Arqueológico Hispánico, Arqueología IV, Madrid, 1976, pp. 609-642.. Con estos trabajos se abrieron los estudios de arqueología extensiva en España, inaugurando además, con el estudio de este asentamiento rural, el desarrollo de la historia del poblamiento en al-Andalus. La colaboración continuada que establecería poco tiempo después con André Bazzana, él si arqueólogo, centrados ambos en el estudio de la región valenciana, que para Guichard supondría el objetivo de estudio de su tesis de Estado8Publicada en España, por la Universidad de Valencia, años después bajo el título Al-Andalus frente a la conquista cristiana, Valencia, PUV, 2001., los llevaría a centrar su atención en entender la organización del espacio rural. Intentaban establecer las relaciones entre los distintos elementos que componían ese sistema de poblamiento, especialmente entre los asentamientos fortificados, los ḥuṣūn, y los asentamientos campesinos bajo su influencia, las alquerías. Con ello abrían también una nueva línea de trabajo, fundamental en los estudios sobre arqueología en al-Andalus: el análisis de los asentamientos fortificados9André Bazzana, Patrice Cressier y Pierre Guichard, Les chateaux ruraux d’al-Andalus, Madrid, Casa de Velázquez, 1988. . Estructuras presentes en la geografía andalusí, parecían mostrar una naturaleza también distinta a las fortificaciones feudales, al tiempo que constituirían más adelante una posible vía de implantación fiscal del Estado en el territorio rural. Esta organización del poblamiento era pues el resultado del delicado equilibrio existente entre el estado islámico y las comunidades campesinas que organizaban la explotación del territorio y su defensa en caso de peligro.

Se abordaba con ello una reflexión de más amplio calado, al incorporar el estudio de la estructura administrativa de la sociedad andalusí tras su implantación. Con ello, y de manera indirecta, abría, como ya hemos dicho, el gran tema de la presencia del Estado en al-Andalus.

Su relación con la arqueología estuvo siempre presente, colaborando en proyectos como el del Castellar de la Morería de Elche10Sonia Gutiérrez Lloret, José Luis Menéndez Fueyo y Pierre Guichard, “El castellar de la morería de Elche: madīna o ḥiṣn?”, Lucentum, 27 (2008), pp. 175-190., cuya interpretación se integraba plenamente en el debate ya por entonces bien sustanciado respecto a los procesos de formación de la sociedad islámica en al-Andalus y de la continuidad o ruptura de las primeras fases de su historia respecto al pasado anterior que habían surgido a partir de sus primeros trabajos. Esa clara vocación arqueológica del profesor Guichard culminaría en los últimos años con su dirección de la obra colectiva Par la main des femmes. La poterie modelée du Maghreb, publicada en Lyon en 2015.

Durante todos los años de trabajo, desplazándose constantemente a España para explorar tal o cual archivo, apoyar y participar en prospecciones y excavaciones, compartir y debatir ideas… fue modelando esta nueva explicación de la historia de al-Andalus. Dejaba de ser una excepción en el mundo islámico medieval, se integraba plenamente en él. Por fin trascendía de los meros acontecimientos políticos, la belleza de sus manifestaciones artísticas y la brillantez de su mundo intelectual para convertirse en un espacio vivo, en el que procesos políticos, ejercicios de poder y dinámicas sociales ocupaban su lugar e interactuaban. Al-Andalus pasaba a ser una verdadera sociedad histórica, equiparable, comparable y confrontable con las sociedades feudales medievales con las que compartió espacio.

Todos somos deudores de esa nueva narrativa. Aceptando ideas, explorando caminos, debatiendo las propuestas, que él tuvo también la honestidad intelectual de revisar, hemos ido avanzando en el conocimiento de la historia de nuestro pasado. Así, el impacto de la obra de Guichard a través de sus diferentes vías de trabajo ha sido determinante en los estudios sobre al-Andalus de las últimas décadas y está aún vigente en la actualidad. Ha contribuido de manera decisiva a afrontar el conocimiento de la sociedad andalusí en toda su complejidad y ha abierto puertas al desarrollo de líneas de investigación que se han revelado fundamentales para el avance de ese conocimiento. Aun siendo una obra contestada y polémica desde el primer momento, en relación, por ejemplo, a la famosa teoría acerca de la berberización de al-Andalus11Véase, por ejemplo, la reacción de varios arabistas, que sin embargo no llegaron a cristalizar con alternativas sólidas, como Joaquín Vallvé, “España en el siglo VIII: ejército y sociedad”, Al-Andalus, 43, 1 (1978), pp. 51-112; Mikel Epalza, “Los bereberes y la arabización del País valenciano”, Miscel.lània Sanchis Guarner, (1984), Valencia, Universitat de Valencia, 1984; o Carmen Barceló, “¿Galgos o podencos? Sobre la supuesta berberización del País valenciano en los siglos VIII y IX” en el volumen monográfico de esta misma revista dedicado a los bereberes de 1990 (n. XI), en el que participaría también el mismo Guichard. , lo cierto es que incluso los posicionamientos críticos más sofisticados han contribuido de manera decisiva a explorar una visión de al-Andalus como sociedad histórica compleja. Es, creo, el caso de las obras de Manuel Acién12Manuel Acién Almansa, Entre el feudalismo y el Islam. ʿUmar ibn Ḥafṣūn en los historiadores, en las fuentes y en la historia, Jaén, Universidad de Jaén, 1994. y de Eduardo Manzano13Eduardo Manzano, Conquistadores, emires y califas, Barcelona, Crítica, 2006.. El primero recordaba la necesidad de completar la visión tribal con elementos ajenos a la misma como parte integrante de lo que constituiría la sociedad andalusí, lo que aportaba factores de complejidad a esa estructura social e introducía el concepto de transición14Elaborado posteriormente por Sonia Gutiérrez Lloret, La cora de Tudmīr. De la Antigüedad tardía al mundo islámico. Poblamiento y cultura material, Madrid-Alicante, Casa de Velázquez, 1996, y que ha reforzado los estudios sobre los procesos de islamización social y cultural. en un debate que se arriesgaba al encapsulamiento entre las teorías continuistas y rupturistas. El segundo ha subrayado la importancia de los impulsos centralizadores y de la fuerza del Estado, marcando dinámicas políticas y una estructura de poder que a estas alturas se reconoce como igualmente caracterizadora de la sociedad andalusí y cuyas formas y evolución son objeto de estudio atento. Y cuando se ha subrayado el carácter evolutivo de la sociedad andalusí, como ocurre en cualquier formación histórica, se ha planteado la pervivencia de antiguas solidaridades clánicas en la fuerza de los vínculos de las comunidades rurales andalusíes, que son, sin embargo, un espacio aún con un amplio margen de mejora de conocimiento.

Uno de los elementos a partir del cual se comenzó a tratar esa cohesión comunitaria fue el de la creación y gestión de espacios irrigados, que podían alcanzar un nivel de complejidad y sofisticación muy importantes y cuya evolución, difícil de abordar aunque no imposible, podía marcar la evolución misma de las comunidades rurales que las generaron y mantuvieron. Surgía, como respuesta positiva a las líneas de pensamiento de Guichard, la arqueología hidráulica15Miquel Barceló, “El diseño de espacios irrigados en al-Andalus: un enunciado de principios generales”, en Lorenzo Cara Barrionuevo (ed.), El agua en zonas áridas. Arqueología e historia. Hidráulica tradicional de la provincia de Almería, Almería, Instituto de estudios almerienses, 1989, pp. 2013-2047 y Helena Kirchner, “Arqueologia hidràulica i tipologia d’espais irrigats andalusins”, en Flocel Sabaté (ed.), III Curs Internacional d’Arqueología Medieval. La prospecció i el territorio, Lleida, Pagès, 2010, pp. 129-146., que ha permitido reconocer formas de gestión comunitaria de los espacios agrícolas andalusíes y el reconocimiento de paisajes agrarios16En la que las aportaciones más notables proceden de los estudios de la construcción de sistemas hidráulicos en Baleares (Helena Kirchner, La construcción del espai pagès a Manūrqa: les valls de Bunyola, Orient, Coanegra y Alaró, Mallorca, Universidad de las Islas Baleares, 1997), la vega granadina (Luis Martínez Vázquez, La Vega de Granada: transformación y cambio de los paisajes entre el reino nazarí y el reino de Granada, Tesis doctoral inédita leída en la Universidad de Granada, 2016) y la huerta valenciana (Ferran Esquilache Martí, Els constructors de l’Horta de València. Origen, evolució i estructura social d’una gran horta andalusina entre els segles VIII i XIII, Valencia, PUV, 2018). . Se conformaba con ello una visión de la sociedad andalusí mucho más completa, dotada de una profundidad que consolidaba su espacio entre las sociedades medievales más sofisticadas, en su formulación y en su evolución.

Son algunas de las muestras del profundo impacto que ha tenido la obra y el pensamiento de Guichard en la renovación historiográfica sobre el estudio de al-Andalus. Son muchas más las líneas de investigación abiertas en torno a sus planteamientos, siguiéndolos, rebatiéndolos o matizándolos, como se ha señalado en alguna ocasión ya. Alcanzan a los estudios medievales, pero también, creo, al arabismo y han convertido al-Andalus en uno de los espacios islámicos mejor conocidos del mundo medieval y con muy, prometedores aún, desarrollos futuros.

Quiero cerrar con lo que se ha convertido ya casi en una tónica común en los comentarios de todos cuantos han conocido y escrito sobre el profesor Guichard. Es así porque se debe hacer de manera absolutamente inexcusable. Pierre Guichard fue un hombre sabio, una de esas personas cuya sabiduría impregna a todo aquel que se acerca a su pensamiento. Quizás por eso deja una legión de historiadores y arabistas que se consideran, que son, sus discípulos. Pero también era una buena persona, un hombre humilde y generoso, como solo lo saben ser los verdaderamente grandes. Fueron muchas las generaciones de investigadores españoles que acudieron a él, desde hace años y hasta casi su desaparición, incluso los más jóvenes que estudian y trabajan hoy en nuestras universidades y centros de investigación. Y con todos ellos el profesor Guichard desplegó su afecto, pues los recibió, compartió sus conocimientos, los ayudó y orientó. Todos ellos, y muchos otros, lo siguen considerando una figura esencial en sus propias trayectorias vitales y profesionales.

Notas

 
1

Detalles sobre su vida relacionados con su trayectoria profesional pueden conocerse en las diversas entrevistas que concedió a lo largo de los años. A destacar, la realizada por Antonio Malpica, “Al-Andalus y la antropología histórica: dialogando con Pierre Guichard”, Fundamentos de Antropología, 1 (1992), pp. 64-73, y por el mismo entrevistador años más tarde, “Entrevista a Pierre Guichard”, Debates de Arqueología Medieval, 3 (2012), pp. 337-349 (http://www.arqueologiamedievaldebates.com/articulo-68/entrevista-a-pierre-guichard), así como la más breve realizada por el grupo Harca (http://harcajmv.blogspot.com/2009/09/entrevista-pierre-guichard.html).

2

Pierre Guichard, Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente, Barcelona, Barral, 1976, [reed. en. Granada, Universidad de Granada, 1995, con estudio preliminar de Antonio Malpica], que ofreció el más acertado análisis historiográfico que se ha hecho de la obra del maestro francés. En Francia se editó, ligeramente modificada, bajo el título Structures sociales orientales et occidentales dans l’Espagne musulmane, Paris, 1977.

3

Pierre Guichard, “El problema de las estructuras de tipo feudal en la sociedad de al-Andalus. (El ejemplo de la región valenciana)”, en Pierre Bonnassie et al., Estructuras feudales y feudalismo en el mundo mediterráneo (siglo X-XIII), Barcelona, Crítica, 1984, pp. 117-145.

4

Pierre Guichard, “Les villes d’al-Andalus et de l’Occident musulman aux premiers siècles de leur histoire. Une hypothèse récente”, en Patrice Cressier y Mercedes García-Arenal (eds.), Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Maghreb occidental, Madrid, CSIC, 1998, pp. 37-52.

5

Uno de sus últimos trabajos publicados giraba precisamente en torno a estas cuestiones, sobre las que reflexionaba y aportaba incluso vías de desarrollo futuras: “Communautes rurales et pouvoir en Al-Andalus, entre les textes, l’Archeologie et la numismatique”, en Alberto García Porras y Adela Fábregas (eds.), Poder y comunidades campesinas en el Islam occidental (siglos XII-XV), Granada, EUG, 2020, pp. 13-52.

6

Una visión personal de su propia aportación en este campo en Pierre Guichard, “Algunas reflexiones sobre la arqueología medieval y su valor”, en M.ª Ángeles Ginés, La arqueología medieval en la arqueología, Granada, Alhulia, 2003, pp. 37-47.

7

Con una publicación de resultados en Pierre Guichard, André Bazzana y Patrice Cressier, “Primer informe sobre las excavaciones realizadas en Torre Bufilla, Bétera (Valencia)”, Noticiario Arqueológico Hispánico, Arqueología IV, Madrid, 1976, pp. 609-642.

8

Publicada en España, por la Universidad de Valencia, años después bajo el título Al-Andalus frente a la conquista cristiana, Valencia, PUV, 2001.

9

André Bazzana, Patrice Cressier y Pierre Guichard, Les chateaux ruraux d’al-Andalus, Madrid, Casa de Velázquez, 1988.

10

Sonia Gutiérrez Lloret, José Luis Menéndez Fueyo y Pierre Guichard, “El castellar de la morería de Elche: madīna o ḥiṣn?”, Lucentum, 27 (2008), pp. 175-190.

11

Véase, por ejemplo, la reacción de varios arabistas, que sin embargo no llegaron a cristalizar con alternativas sólidas, como Joaquín Vallvé, “España en el siglo VIII: ejército y sociedad”, Al-Andalus, 43, 1 (1978), pp. 51-112; Mikel Epalza, “Los bereberes y la arabización del País valenciano”, Miscel.lània Sanchis Guarner, (1984), Valencia, Universitat de Valencia, 1984; o Carmen Barceló, “¿Galgos o podencos? Sobre la supuesta berberización del País valenciano en los siglos VIII y IX” en el volumen monográfico de esta misma revista dedicado a los bereberes de 1990 (n. XI), en el que participaría también el mismo Guichard.

12

Manuel Acién Almansa, Entre el feudalismo y el Islam. ʿUmar ibn Ḥafṣūn en los historiadores, en las fuentes y en la historia, Jaén, Universidad de Jaén, 1994.

13

Eduardo Manzano, Conquistadores, emires y califas, Barcelona, Crítica, 2006.

14

Elaborado posteriormente por Sonia Gutiérrez Lloret, La cora de Tudmīr. De la Antigüedad tardía al mundo islámico. Poblamiento y cultura material, Madrid-Alicante, Casa de Velázquez, 1996, y que ha reforzado los estudios sobre los procesos de islamización social y cultural.

15

Miquel Barceló, “El diseño de espacios irrigados en al-Andalus: un enunciado de principios generales”, en Lorenzo Cara Barrionuevo (ed.), El agua en zonas áridas. Arqueología e historia. Hidráulica tradicional de la provincia de Almería, Almería, Instituto de estudios almerienses, 1989, pp. 2013-2047 y Helena Kirchner, “Arqueologia hidràulica i tipologia d’espais irrigats andalusins”, en Flocel Sabaté (ed.), III Curs Internacional d’Arqueología Medieval. La prospecció i el territorio, Lleida, Pagès, 2010, pp. 129-146.

16

En la que las aportaciones más notables proceden de los estudios de la construcción de sistemas hidráulicos en Baleares (Helena Kirchner, La construcción del espai pagès a Manūrqa: les valls de Bunyola, Orient, Coanegra y Alaró, Mallorca, Universidad de las Islas Baleares, 1997), la vega granadina (Luis Martínez Vázquez, La Vega de Granada: transformación y cambio de los paisajes entre el reino nazarí y el reino de Granada, Tesis doctoral inédita leída en la Universidad de Granada, 2016) y la huerta valenciana (Ferran Esquilache Martí, Els constructors de l’Horta de València. Origen, evolució i estructura social d’una gran horta andalusina entre els segles VIII i XIII, Valencia, PUV, 2018).