El día 11 de junio de 2024, muy de mañana, nos dejó Concepción Castillo Castillo, nuestra Concha. Sentimos un importante vacío en relación con varios recorridos de nuestros espacios profesionales y también personales, algunos de los cuales mencionaremos ahora al filo de actividades compartidas, pero fueron tantas que enumerarlas aquí sería un exceso que a ella le habría disgustado. Era una mujer de firmes convicciones, marcadas por su solidez familiar: honesta, seria, ordenada, meticulosa, trabajadora, exigente, pero sobre todo fiel a sus amigos y de irreductible moral en sus actuaciones. No es tan habitual encontrarse con todos estos rasgos, y por ello, quienes ahora escribimos esta necrológica, agradecemos que Concha se cruzase en nuestras vidas.
La profesora Concepción Castillo se licenció en 1968 en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, en la especialidad de Filología Semítica (sección Arabo-Islámica), con una tesina que llevaba por título Historia de Castillo de Locubín, dirigida por el Prof. Jacinto Bosch Vilá. Este trabajo sobre el pasado de su querido pueblo le valió el Premio Extraordinario de Licenciatura, en 1969, y ese mismo año apareció publicado en Granada. En 1974, obtuvo el grado de Doctora en Filosofía y Letras (división de Filología, sec. Filología Semítica: Arabo-Islámica) con una tesis sobre el Kitāb šaǧarat al-yaqīn, seguramente obra de Abū l-Ḥasan al-Ašʿarī, publicada como: Tratado de Escatología musulmana, por ella editada y traducida, con notas e índices (Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1987), dirigida por el Prof. Luis Seco de Lucena, continuo tutor de sus inicios, que le había procurado a finales de los años ‘60 una estancia de estudios en la Universidad de Rabat, primero de los numerosos viajes de Concepción Castillo a países árabes.
Como docente, siempre en la Universidad de Granada, desempeñó diversos encargos, recorriendo paso a paso la escala: Profesora Ayudante (1967-69), Encargada de Curso (1969-71), Adjunta Contratada (1971-73), otra vez Encargada de Curso (1973-74), de nuevo Adjunta Contratada (1974-75), Adjunta Interina (1975-enero de 1985), y ya Profesora Titular de Universidad, puesto que desempeñó hasta su jubilación en 2010, recibiendo su merecido homenaje en el voluminoso libro colectivo: Legendaria Medievalia en honor de Concepción Castillo1
Al principio de su arabismo, simultaneó su actividad docente con la de Doctora vinculada a la Escuela de Estudios Árabes (CSIC), durante los años 1984-86, en el inspirador ambiente de las casas moriscas del Chapiz, en el Albaicín, donde su director, fray Darío Cabanelas Rodríguez, le encargó catalogar los manuscritos de aquella biblioteca, como fueron recogidos en 1984, en una de las primeras publicaciones de la Dra. Castillo: “Manuscritos arábigos que se conservan en la Escuela de Estudios Árabes de Granada”2
Centrada, por tanto, en relatos islámicos, dedicó también un artículo a descripciones textuales sobre las huríes, lo cual no dejó de aprovechar para reflexionar sobre el imaginario femenino en una publicación memorable “Sobre las mujeres en el más allá”. Y debemos concretar lo que publicó, en estos últimos años, cuando retornó al manuscrito V por ella catalogado, en sus comienzos arabistas, en la Escuela de Estudios Árabes granadina, sobre el cual publicó, en la Biblioteca Viva de al-Andalus (Córdoba, entre 2017 y 2020), tres libros de formato mediano con sus respectivas ediciones, traducciones y estudios, fundamentados en “Relatos de Abū l-Ḥasan al-Hayṣam” sobre El Paraíso en tradiciones islámicas, Abraham en la Tradición Islámica, y Moisés en la tradición islámica. Sobre su mesa de trabajo ha quedado, inconcluso, el que iba a ser cuarto volumen de esta serie, recogiendo los pasajes sobre Adán.
La Literatura árabe fue la materia más característica de su docencia, reflejada en algunas de sus publicaciones, como su estudio sobre el poeta sevillano al-Liṣṣ, o sobre “El mar poetizado”, además de una serie sobresaliente, cuando empezaba a conocerse el Dīwān de ʿAbd al-Karīm al-Qaysī al-Basṭī, «último poeta granadino», a quien cupo la honra de llorar algunas de las sucesivas pérdidas territoriales, como Archidona, Gibraltar y otras, testimoniando en versos el final de al-Andalus. Además, participó en actividades de difusión sobre la cultura islámica y andalusí por medio de cursos, seminarios y conferencias impartidas; redactó algunas reseñas, y editó o coeditó varios libros, colaborando también con otros colegas, en esto y en otros quehaceres, de modo que participó en la crecida suma de casi una treintena de tribunales de tesis doctorales: porque a las veintinueve indicadas en su perfil universitario de la UGR3
El desempeño de su actividad docente se centró en el ámbito de las asignaturas de lengua árabe, literatura andalusí, comentario de textos árabes andalusíes y literatura comparada andalusí e hispánica medieval, que simultaneó con cursos de especialización de doctorado y máster. Su rica actividad investigadora4
Miembro de diversas sociedades científicas como la Sociedad Española de Estudios Árabes, el Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, la Asociación Española de Orientalistas o la Union Européenne des Arabisants et Islamisants, entre otras, su actividad académica también fue reconocida con galardones y premios diversos de los que basta mencionar su nombramiento como ‘Miembro Correspondiente Extranjero’ de la Fundación Los Cedros (Buenos Aires, Argentina) en noviembre de 1992, la Medalla de Plata de la Universidad de Granada concedida en 1994 y el Galardón de la Cereza de Oro de Castillo de Locubín (Jaén), en 2006, por haber sido la primera historiadora en publicar sobre esta localidad, donde ella y sus padres habían nacido, y con la que siempre mantuvo fuertes vinculaciones afectivas.
Las obligaciones administrativas la llevaron a ejercer diversos cargos, como el de Secretaria del Departamento de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada durante los años 1981-85, convirtiéndose inmediatamente después en Directora del mismo de forma provisional en 1985-86 y ya mediante elección desde el 5 de febrero de 1999 al 23 de abril de 2003. Sus equilibradas dotes de dirección, innegables, le permitieron conducir con solidez y consenso ese nutrido Departamento, en aquellos momentos cruciales por el cambio de paso que experimentaba la universidad española por aquellos años. Receptiva a las necesidades de sus compañeros, comprensiva con la situación de cada uno de ellos, siempre estaba dispuesta a escuchar a quien llamara a la puerta de su despacho. Muchos fueron quienes la consideraron persona de confianza: los profesores Fórneas, Sáenz-Badillos, y … (pero no sería apropiado seguir y dejar nombres atrás); de un modo u otro todos acudimos a ella en algún momento y Concha siempre estuvo ahí. Y siempre nos ayudó.
Concha sentía pasión por su pueblo, Castillo de Locubín (Jaén). Aunque fijara su residencia en Granada, donde residía con su familia, ansiaba la llegada del verano para poder disfrutar de su pueblo, de su casa, del aire del campo en compañía de familiares y amigos. A él volvía Concha cada vez que podía. Ahora, desde hoy miércoles 12 de junio, descansa en él, pero todavía no nos hemos hecho a la idea de que ya no está entre nosotros… Descanse en paz.