El objetivo del presente trabajo es rastrear en los libros de
The aim of this paper is to identify literary pictures of everyday life of lower-class Arab-Muslim women in urban contexts in
Mi interés en este trabajo se centra en rescatar de la literatura de
Como es costumbre en este tipo de libros, los hombres de letras introducen a su público receptor en un catálogo bien diverso de materias profanas sirviéndose de relatos de no muy dilatada extensión -la mayoría piezas de unas pocas líneas-, buena parte de ellos de carácter ameno. Los materiales de tipo humorístico dan el relevo a los más serios a propósito de cada asunto y, así, los capítulos y epígrafes se culminan con apartados específicos de anécdotas sobre el tema, práctica que es común a las obras del género
Tal y como se ha puesto de manifiesto en más de una ocasión, el valor documental de estas fuentes es limitado en lo que se refiere a la reconstrucción de la realidad social de los múltiples grupos humanos que se dan cita en ellas. De estas obras en las que -como señalaba- el humor juega un papel determinante, es posible extraer representaciones o imágenes literarias, sujetas, eso sí, a los cánones del género y de la hilaridad y la comicidad que persigue el humor
La lectura -muchas veces entre líneas- de sus ejemplares nos brinda ricos materiales que nos acercan desde el prisma de un género literario enciclopédico, con la voluntad de instruir a la par que entretener, a casi todas las parcelas de las vidas de las mujeres. Para tratar de asomarnos a la representación de algunas de ellas en este tipo de obras, he tomado como fuente principal los
La tónica general en las narraciones que constituyen las obras de la prosa de
Todas las féminas rescatadas de las fuentes que ocuparán las siguientes páginas son, por tanto, »mujeres» sin más apelativos, lo que nos lleva a relacionarlas con las clases populares (
La frecuente y mayoritaria presencia de mujeres de los estratos bajos de la sociedad árabe-islámica se perfila como una característica propia de la literatura de
De cuantas vieron la luz en el periodo nazarí, la obra de Ibn ʿĀṣim es la única del género del
En cuanto a las mujeres protagonistas de los relatos de los
Las mujeres anónimas son mayoría en la obra de Ibn ʿĀṣim que, en ese sentido, sigue la tónica de los ejemplares del género, tal y como se ha señalado. Los personajes femeninos con identidad -todos orientales, salvo al-Rumaykiyya- pertenecen principalmente a la élite social (
Una doble dificultad insalvable con la que nos toparíamos si pretendiéramos llevar a cabo un estudio de la representación de las mujeres del pueblo llano de la sociedad nazarí a partir del repertorio de Ibn ʿĀṣim es, de una parte, el hecho de que la práctica totalidad de esta suerte de anécdotas, cuyos protagonistas son individuos anónimos o representantes de colectivos humanos y sociales, no están contextualizadas. Esto es, en esta y otras obras de las mismas características apenas contamos con alusiones espaciales y -en menor medida todavía- temporales, que hagan posible relacionarlas con un entorno y una época determinadas. Por otro lado, no hay que perder de vista la estratificación de esta literatura -sobre la que llamaba la atención Charles Pellat
Por lo tanto, el grueso de las noticias que ofrecen estas fuentes y de las que me serviré en el presente trabajo carece de conexión con una sociedad árabe concreta del periodo premoderno. Así, las anécdotas reunidas por Ibn ʿĀṣim -fuente de partida de este estudio- no resultan concluyentes para hablar de representaciones de las mujeres de las clases bajas de época nazarí, pues en su mayoría proceden -en último término- de obras orientales de siglos anteriores, algunas de las cuales, por ejemplo, fueron compuestas en plena época de esplendor de la sociedad abasí, momento dorado también de la literatura árabe clásica y, en lo que nos atañe, de la prosa de
Las mujeres que ocuparán estas páginas pertenecen, por tanto, a la tradición de la literatura de
Tal y como apuntaba, es sabido que el grueso del contenido de los libros de
La sociedad patriarcal y patrilineal en el islam, que privilegió lo masculino en la vida social y la organización familiar, concibió los entornos urbanos y las vidas de quienes habitaban en ellos segregados por sexos
En general, los hombres utilizaron su dominio del saber y la vida intelectual para contribuir a extender la idea de que las mujeres debían permanecer recluidas en sus casas
En este último caso, lo mismo obras en prosa que la poesía se convirtieron en potentes altavoces a través de los cuales se proclama la reclusión de las mujeres (en general) tras los muros de sus viviendas. En trabajos precedentes, ha sido citado el alfaquí, asceta y poeta granadino Abū Isḥāq al-Ilbīrī (m. 459/1067), quien hablaba en uno de sus versos de la necesidad de las mujeres de estar ocultas
Como señalaba, los testimonios de distintos personajes masculinos que encontramos en la literatura de
En la literatura de
Las mujeres son [partes] pudendas (
Otra versión de la misma sentencia que contribuyeron a propagar los libros de
Uno dijo: -Dios creó a la mujer de dificultad para expresarse (
Los libros de
Además de ocultarlas en las casas y silenciarlas, desde esta literatura se prescribe a los hombres que se les escondan los secretos y se las mantenga alejadas de las conversaciones. La falta de discreción es, de hecho, otro de los defectos que continuamente se atribuyen a las mujeres en las noticias que se pueden leer en estas fuentes. El silencio a la hora de mantener a buen recaudo los secretos -especialmente de su marido- es una virtud que se espera de la esposa ideal que se traza en capítulos -generalmente en torno al matrimonio- cuyo destinatario eran hombres y con los que se pretendía guiar a estos tanto en la búsqueda de la mejor mujer para contraer nupcias como en su proceder con ella en el transcurso del matrimonio
La sociedad patriarcal y patrilineal quiso que buena parte del universo de las mujeres en el mundo árabe premoderno y en las ciudades se redujera a sus hogares. Las mujeres de elevada posición social se sometieron al confinamiento impuesto en mayor medida que aquellas de clase media y baja. Los relatos extraídos de obras de
Adentrándonos de lleno en el espacio eminentemente urbano relacionado con ella, la prosa de
Un hombre llegó a Bugía y exclamó: -¡Cuántos perros hay en esta ciudad! Entonces una mujer sacó la cabeza por una ventana (
Las ventanas y los patios conectaron a las mujeres con la vida fuera de sus casas y fueron uno de los canales para establecer relaciones con los hombres. De nuevo Ibn ʿĀṣim relata una anécdota en la que un hombre mira hacia una ventana alta (
Como se ha mencionado al inicio de este trabajo, la mayoría de las mujeres que desfilan por los huertos de los
La mayoría de las veces, las mujeres de las clases bajas que aparecen en la obra de Ibn ʿĀṣim lo hacen desempeñando el papel de esposas. Las escenas de pareja suelen localizarse -aunque no se mencione explícitamente- dentro de la vivienda y, en su inmensa mayoría, están relacionadas con la vida sexual y las relaciones sexuales. Otras veces encontramos a las mujeres realizando tareas domésticas, casi siempre cocinando
Las anécdotas que nos han transmitido los libros de
Un hombre llevó a su casa zanahorias y le dijo a su esposa: -Si las haces cocinadas, servirán para la vista, y si nos las comemos crudas, el pene se fortalecerá. Y ella exclamó: -¡Se ha roto la olla!
Sin embargo, relatos como el anterior también tratan de transmitir una imagen de las mujeres como seres concupiscentes y de enfatizar su inusitado gusto por el sexo, al que no pueden resistirse, cualidad que conforma el retrato de ellas que queda reflejado en estas fuentes literarias. En línea con esa pintura, el egipcio al-Nuwayrī (m. 733/1333) aseguraba en
Todo ello no quita el que, también en estas obras, se trate constantemente a las mujeres como meros objetos sexuales, en los que reside el honor de los hombres, carentes de palabra en unos relatos en los que tampoco tienen un papel activo como personajes
En los ejemplares de este género, la sexualidad de las mujeres es una de las temáticas centrales del humor que se hace sobre ellas y del hecho por ellas mismas. Recordemos que la gran protagonista de las anécdotas que componen los libros de
En relación con la vida matrimonial y el sexo, las temáticas más repetidas son el repudio, la infidelidad (de mujeres a hombres y viceversa) y la insatisfacción sexual de las primeras con sus maridos, la cual las lleva a presentar sus quejas ante el cadí, como se mencionará más adelante.
Las mujeres vivieron expuestas al peligro de ser repudiadas por sus esposos. Una de las injusticias que padecían era la posibilidad que otorgaba la
Una de las fórmulas de juramento más usadas por parte de los hombres en las anécdotas de estos libros y que hacía de las mujeres un objeto de usar y tirar, es jurar por el repudio de su mujer e -incluso- de la ajena. Se juraba por cosas tan banales como aquello por lo que lo hizo el hombre de la siguiente anécdota extraída de la obra de Ibn ʿĀṣim:
Un hombre juró por el repudio de su mujer que al-Ḥaǧǧāǧ estaba en el Infierno. Y preguntó a al-Ḥasan al-Baṣrī, que dijo: -¡No te preocupes,
A veces, la explicación que se da al repudio de una mujer por parte de su esposo tiene que ver con cualidades o atributos físicos, como el hecho de que no fuera bella o de que tuviera una vulva amplia
Y preguntaron a una mujer que fue repudiada muchas veces: -¿Qué te pasa que eres repudiada siempre? Y contestó: -¡Les gusta el estrecho! ¡Dios les haga pasar estrecheces!
A la inversa, las mujeres que protagonizan estos relatos van a solicitar su divorcio debido, entre otras razones que también se mencionan más adelante, a la impotencia sexual de sus esposos.
Frente al empeño de los juristas por limitar las actividades de las mujeres al ámbito cerrado y de lo doméstico, en los libros de
La lectura y estudio de otra suerte de fuentes de diversa naturaleza puso sobre la mesa que la división ideal del espacio urbano a la que se viene haciendo referencia fue transgredida -o simplemente no fue tal- en las sociedades árabe-islámicas a lo largo de la Edad Media, ya en Oriente, en el Magreb o en al-Andalus. El continuo interés por evitar y prohibir que las mujeres salieran a las calles en los tratados de derecho y de
Como Chapoutot-Remadi expone en lo tocante a la sociedad mameluca, los tratados jurídicos concedieron a las mujeres la posibilidad de salir de sus viviendas por razones concretas y previa autorización de sus maridos
Una mujer pidió ayuda contra su marido a ʿAbbād b. Manṣūr y aseguró que no le pagaba la manutención (
¡Repúdiala si no eres buen pagador de la
pues el hombre no es sino pagador o ’repudiador‘ (
Prácticamente contemporáneo del granadino fue el egipcio al-Ibšīhī quien, desde el Egipto mameluco del s. IX/XV, también incluyó en
Un tema reiterativo en esta literatura de tintes humorísticos que se da en las escenas que se desarrollan ante un juez es el de la mujer que este u otro personaje presente creen oprimida (en ocasiones porque entra ante ellos llorando) y a quien, mediante el recurso a la historia coránica de José o al descubrirse el rostro, se le acusa de ser la opresora
Un hombre y su mujer se citaron ante un cadí. Ella estaba velada. El cadí falló a su favor y el hombre se dio cuenta y dijo: -Eh, cadí, ¿has dudado de que ella es mi esposa? ¡Pues ordénale descubrirse el rostro! Eso le pareció bien al cadí, que le dijo: -¡Descúbrete el rostro! Y cuando la mujer se descubrió el rostro, la vio fea y exclamó: -¡Dios os guarde! ¡Llega una de vosotras, en mi opinión oprimida, y cuando se ha descubierto, ha descubierto un rostro opresor!
En sentido inverso a lo que sucede en esta anécdota, en uno de los relatos extraídos de
El gobernador o el propio califa son otras autoridades ante las que las mujeres de las que me estoy ocupando se presentan en las anécdotas -en días de audiencia pública- para expresar sus quejas o darles a conocer alguna injusticia o agravio que habían sufrido (en el denominado
De otra parte, los libros de
Al-Ǧāḥiẓ dijo: Una mujer trajo a su hijo ante un maestro que tenía una barba larga y unos ojos brillantes y que era feo. Y le dijo: -Este niño está decidido a no obedecerme y quiero que lo atemorices. Entonces el maestro cogió su barba, se la metió en la boca, hinchó las comisuras de la boca, miró con ojos dilatados, agitó la cabeza y dio un grito. La mujer soltó una ventosidad del susto y exclamó: -¡Te he dicho ’asusta al niño‘, y no a mí! Y el maestro le dijo: -¡Vete, tonta, pues si la plaga desciende, morirán el bueno y el malo!
En otros casos, por motivos que no se especifican, la mujer resulta inaccesible para el maestro y ambos se comunican a través del hijo de ella:
Un maestro quiso casarse con una mujer cuyo hijo estudiaba en su escuela y que era inaccesible para él. Así que ordenó hacerle llevar a su hijo y le pegó y le pegó. Y le dijo: -Dile a tu madre: ‘¡La verga del maestro es grande!’. Y cuando el niño regresó a su madre, le dijo: -¡El maestro me ha pegado y me ha dicho esto y lo otro! Entonces ella le envió este mensaje: ¡Trae los testigos inmediatamente y nos casamos!
La abundancia de noticias que nos presentan a mujeres que acuden en solitario ante los maestros de sus hijos pueden estar revelando lo frecuente que debieron ser estas situaciones. En otra enciclopedia de bellas letras,
A los lugares de las urbes por los que transitaron las mujeres de las capas bajas de la sociedad se les denomina frecuentemente »espacios frontera». Son, fundamentalmente, mercados, baños públicos, mezquitas, hornos y espacios periurbanos como cementerios, santuarios, huertos, jardines y ríos. En casi todos los libros de
En estas anécdotas que persiguen esbozar sonrisas, a las mujeres se las representa en muchas ocasiones en uno de los papeles que mayor frecuencia asumen en la literatura del
Una mujer llegó a un pregonero (
Uno de los vendedores que más clientela femenina debía tener era el perfumero, a cuya tienda llegan dos mujeres en sendos relatos de los
Una mujer llegó a un perfumero a comprarle algo. A él le gustó ella, así que comenzó a hacerle señas y a decirle: -¡El auténtico (
Los relatos que leemos en estas fuentes muestran a unos personajes femeninos que se valen por sí mismos para desprenderse de compañías que no les agradan, o que dejan sin palabras gracias a su ingenio y sus respuestas desvergonzadas a hombres que las importunan y lanzan insinuaciones de todo tipo, que atacan su apariencia física o buscan el trato carnal con ellas. Un ejemplo es el siguiente que aparece, de nuevo, en la obra de Ibn ʿĀṣim:
Un hombre se encontró con una mujer hermosa y empezó a abordarla y a pedirle que se descubriera su rostro para él. Ella le dijo: -¡Oye tú, vuélvete! Él se negó y la importunó. Entonces la mujer entró en un portalón y se descubrió el rostro, cuya belleza compartía la luna llena. Y le espetó: -¡Contempla aquello hacia lo que tu verga está levantada y con lo que copula otro que no eres tú!
Volviendo a los mercados y zonas comerciales, en otras fuentes de
Dijo al-Ǧāḥiẓ: Nadie me ha avergonzado nunca salvo una mujer que fue conmigo a un joyero y le dijo: -Haz uno como este. Y me quedé desconcertado. Luego pregunté al joyero y me dijo: -Esta mujer quiso que le hiciera la imagen de Satanás. Y le dije: -No sé cómo dibujarlo. Entonces me vino contigo para que lo dibujara con tu imagen
Por su parte, en
Frente a estos relatos que se viene de citar, encontramos otros en los cuales es el marido quien se encarga de hacer la compra para que su esposa prepare la comida:
Un hombre compró tres arreldes de carne y le dijo a su mujer: -¡Cocínala! Y se fue a su trabajo. La mujer cocinó la carne y se la comió. Y cuando llegó su marido dijo: -¡Trae lo que has cocinado! Y ella contestó: -¡Se lo ha comido el gato! Entonces el hombre cogió el gato y lo pesó, y he aquí que pesaba tres arreldes. Y le dijo a su esposa: -Si este es el peso del gato, ¿dónde está entonces la carne?, o, si este es el peso de la carne, ¿dónde está entonces el gato?
En sus paseos por las calles, los testimonios de la literatura de
Extramuros de las ciudades, los cementerios y santuarios fueron también espacios de afluencia femenina, pese a las reticencias por parte de algunos expertos en ley, quienes veían un peligro la mezcla en ellos con los hombres
Una mujer le dijo a otra: -Hoy caminé hacia la tumba de Aḥmad y se me metió en el pie un clavo. La otra le preguntó: -¿La pantufla era nueva? -No-respondió. -Pues entonces da gracias a Dios-replicó
Otros espacios periurbanos como las orillas de los ríos eran lugar de reunión habitual de las mujeres que acudían a lavar la ropa
Al-Farazdaq pasó junto a un río en el que había unas mujeres lavando sus ropas. Dijo: Su mula soltó una ventosidad y las mujeres se rieron de él. Y al-Farazdaq les dijo: -¿Por qué os reís? ¡Por Dios! ¡Nunca me ha llevado una hembra que no haya hecho lo que ha hecho ella! Y una mujer le contestó: -¿Es que acaso viste cómo eran las ventosidades de la que te llevó en su vientre nueve meses? Entonces él se avergonzó y se marchó
Otros lugares con importante presencia femenina en el contexto urbano fueron las mezquitas, consideradas por los juristas, al igual que el resto de »espacios frontera», lugares proclives a desatar la promiscuidad en hombres y mujeres. De ahí que muchos hombres de ley en distintos momentos y lugares del mundo árabe-islámico aconsejaran a las segundas -aun sin encontrarse en ninguna de las situaciones establecidas que les impedían acudir al espacio reservado para ellas en la mezquita- realizar sus oraciones en casa
Después de él [ʿUmar b. al-Ḫaṭtāb], se casó con al-Zubayr b. al-ʿAwwām, que era un hombre celoso. ʿĀtika solía salir a la mezquita de costumbre junto a sus esposos, pero a al-Zubayr le afligía y no le gustaba prohibirle salir para rezar, debido al hadiz del Enviado de Dios, ¡Dios le bendiga y salve!: -Y no prohibáis a las siervas de Dios las mezquitas de Dios
En los
Un hombre rezó con un grupo de beduinos en el mes de ramadán. Tras él había unas mujeres detrás de la fila de los hombres. Y comenzó a rezar y leyó: -«Casad a aquellos de vosotros que no estén casados». Y se le trabó la lengua y lo repitió varias veces. Y cuando se marcharon, una de las mujeres le dijo a sus hermanas: -¡Por Dios, no ha dejado de ordenarles que se casen con nosotras, tanto que he temido que saltaran sobre nosotras!
En el relato inmediatamente anterior dentro de la misma obra, una beduina se detiene ante unos hombres que rezaban juntos e interrumpe su oración con una frase ocurrente
Otras anécdotas tienen como protagonistas a mujeres que se mueven sin la presencia de acompañantes masculinos por espacios más recónditos y solitarios de las urbes, donde estaban expuestas a más peligros, al mismo tiempo que a menos miradas. Precisamente en estos escenarios, como los callejones, se producen encuentros fortuitos con hombres desconocidos. Sirva como ejemplo el siguiente, narrado en las páginas de
Una mujer pasó por un callejón y se peyó. Y se dio la vuelta y he aquí un viejo detrás de ella. -¡Ay de mí! -exclamó- ¿Cuánto tiempo estás detrás de mí? Respondió el viejo: -Desde que serviste el aperitivo
Como ocurre habitualmente, la escena no se sitúa durante un momento concreto del día, pero la ausencia de mención expresa a la noche invita a pensar que estas escenas atemporales se desarrollarían a lo largo de la mañana o de la tarde o, en todo caso, antes de que oscureciera. Volviendo a al-Andalus, Ibn ʿĀṣim toma del cordobés Ibn ʿAbd Rabbihi -su principal referente cuando compone sus
En los libros de
Uno dijo: Escuché a una mujer en la Puerta del Arco [Bāb al-Ṭāq] mientras le estaba diciendo a su amiga en la tarde del día del ʿĪd: -¿Qué has visto, hermana mía, en este gentío? Respondió: -Hermana, he visto lo asombroso: he visto vergas que se extienden y úteros que están fatigados
Como los hombres, las mujeres alargaban hasta el atardecer, e incluso más allá de él, sus paseos durante las festividades, cuando las calles bullían de vida y de gente y las normas vigentes se relajaban. La anécdota anterior deja entrever -en un clima de mayor permisividad- la intensa actividad sexual de ellos y ellas en esas fechas señaladas, al tiempo que dibuja un panorama de promiscuidad y desenfreno sexual tras la abstinencia preceptiva del mes de Ramadán alejado del sentimiento religioso que debía acompañar la fiesta y que parece transgredir también los límites de las relaciones lícitas intra-matrimoniales.
Otra porción importante de la vida social de las mujeres transcurre en el interior de las casas de vecinas y amigas. Como apuntaba Nadia Lachiri en uno de sus trabajos, las mujeres visitaban a otras en sus casas en ocasiones especiales como, por ejemplo, para dar el pésame
Una mujer llegó a casa de una vecina suya a pedirle prestado un
La anécdota también proporciona noticias sobre las prendas que las mujeres vestían para salir de casa (
Había en el vecindario del cadí Abū ʿUmar un hombre al que le apareció en su mano una gran fortuna después de una larga pobreza. Dijo: -Le pregunté por su asunto y dijo: «Heredé una gran fortuna y me apresuré a derrocharla, hasta que llevé el asunto al punto de vender los muebles de mi casa. No me quedó más remedio. Me quedé sin más sustento que el del hilar de la madre de mis hijos y deseé la muerte»
La situación que se narra en la historia es excepcional, pues el marido parece no ejercer ningún trabajo ni aportar ingresos a la economía familiar, incumpliendo así la obligación establecida en la ley islámica de mantener a su esposa e hijos.
Las mujeres de condición humilde trabajaron fuera de sus casas desempeñando diferentes oficios en el ámbito urbano y el rural. En cuanto al trabajo de hilandera, era ejercido en las propias casas, pero implicaba un contacto de estas mujeres de las clases bajas con los hombres que conformaban la cadena de producción y venta de los productos textiles, a la vez que les permitía integrarse en ella
Asimismo, algunos de los oficios que desempeñaron las mujeres de condición modesta les exigían desplazarse a casa de otras. Era el caso de las peinadoras o peluqueras. Este oficio (
Del mismo modo que las peinadoras, las comadronas o parteras (
Dijo: -La esposa de Abū Huḏayl fue repudiada y le dijeron a este: -Márchate detrás de la comadrona. Y se llegó a ella y dijo: -Ve a nuestra casa para que asistas en el parto a mi mujer y te apliques en que sea un muchacho y te deberé un dinar
Desde su dimensión literaria, los libros de
Los relatos que hemos podido recabar de la lectura de distintas obras de
Los libros de
Las anécdotas que hemos comentado coinciden con las noticias extraídas de otras fuentes en tanto que no muestran una separación tan rígida de espacios entre mujeres y hombres de las clases bajas como cabría esperar del discurso dominante e ideal. Por lo general, las fuentes tienden a transmitirnos este discurso dominante y menos los comportamientos de la vida cotidiana en relación con las mujeres. Los libros de
Las mujeres representadas en los relatos de la prosa de
En cuanto al patrón de mujer sin mayores precisiones que con más frecuencia aparece en esta literatura, en contraposición a la mujer hermosa, fiel y sumisa -preferiblemente casada- aquella otra libertina, adúltera, infiel, deslenguada, mordaz, astuta, engañadora e incluso malvada es la que adquiere verdadero protagonismo a lo largo de los libros de
Este trabajo es fruto del proyecto de Investigación I+D+i de Excelencia “La mujer nazarí y meriní en las sociedades islámicas del Mediterráneo medieval (siglos xiii-xv). Poder, identidad y dinámicas sociales” -NAZAMER- (Ref.: HAR2017-88117-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, y la Agencia Estatal de Investigación (
Manuela Marín reflejaba esta situación cuando afirmaba que «las mujeres que aparecen en las fuentes andalusíes son, mayoritariamente, miembros de las capas superiores de la sociedad». Cf., Marín,
La costumbre de situar los materiales jocosos en la parte final de los capítulos se advierte fácilmente en obras como
En este mismo sentido han escrito, entre otros, Hämeen-Anttila, “
Ver como ejemplos Ibn ʿĀṣim,
Otra cuestión es la de los espacios que se reservaron a las mujeres en estas obras y a su clasificación en ellas, la cual atiende a su género, mientras que la configuración de los capítulos y epígrafes que tienen que ver con los hombres se lleva a cabo en virtud de sus cualidades morales e intelectuales o de su categoría profesional. Ver Malti-Douglas,
Como llamaba la atención Joseph Sadan y él mismo demostró en varios de sus trabajos, el flujo entre la culta prosa de
Ibn Simāk,
Ver Marín, “
Esta situación se debe a las características específicas de los
Pellat, “
El único modo de salvar este obstáculo es cotejar cada uno de sus relatos con el corpus de obras previas, lo cual, además de ser una tarea ingente, tampoco nos proporciona ninguna garantía por diversos motivos: a) que un relato no se encuentre recogido por escrito en las obras del género que conocemos no quiere decir que no lo estuviera, puesto que hay muchas que no nos han llegado; b) no hay que olvidar las aportaciones procedentes de la tradición oral. Un determinado relato no incluido en otras obras del género pudo llegar a un hombre de letras desde un lugar del mundo árabe-islámico distinto a aquel desde donde escribía gracias a la oralidad.
V. López Bernal,
La segunda de las obras mencionadas también sigue el modelo de
Al respecto, v. Guichard,
Una postura extrema fue la del jurista egipcio de la escuela
Esta postura tiene una de sus fundamentaciones en
Ver Chapoutot-Remadi, “
Ver Moral Molina, “
Ver, respectivamente, al-Ābī,
Al respecto, existe un hadiz de Muḥammad que reza: «Las mujeres son vergüenzas: si salen, Satanás las observará atentamente». V. Al-Tirmiḏī,
Al-Rāġib al-Iṣfahānī,
V. Ibn ʿAbd al-Barr,
En los
Ibn Qutayba,
Al-Ābī,
Al-Ābī,
Ibn ʿAbd Rabbihi,
En estos capítulos, las noticias que ilustran al público masculino proceden también de autoridades masculinas, salvo algunas excepciones, con lo que las mujeres son mayoritariamente objetos pasivos, sobre los que se habla, pero a los que raramente se concede voz. Una de esas excepciones es un relato que consta en varios de estos libros, en el que una madre proporciona una serie de consejos a su hija antes del matrimonio, buscando la satisfacción de su futuro esposo. Guardar sus secretos es una de sus recomendaciones. La desposada era Umm Iyās, hija de un personaje noble de la Ǧāgiliyya, ʿAwf b. Muḥallim al-Šaybānī, que iba a convertirse en esposa del rey de Kinda, ʿAmr b. Ḥiǧr. V. Ibn ʿAbd Rabbihi,
Ver, respectivamente, Ibn ʿĀṣim,
Ver, respectivamente, Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Al-Tawḥīdī,
Ibn ʿĀṣim,
Al-Nuwayrī,
También cabría traducir los términos empleados como ‘continente’ e ‘incontinente’, respectivamente. La cita se repite en varias obras del género. Ver al-Rāġib al-Iṣfahānī,
Ver varios ejemplos en este sentido en al-Rāġib al-Iṣfahānī,
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
En la prosa de
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Chapoutot-Remadi, “
Acerca de una y otra cuestión ver Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Al-Ibšīhī,
Ibn al-Ǧawzī,
Ibn ʿĀṣim,
«Buscad refugio en Dios contra las maldades de las mujeres», aconsejaba a los musulmanes el segundo de los califas
Ibn ʿĀṣim,
Véase el segundo de los relatos a los que remite la nota 46.
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿAbd Rabbihi,
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Al-Tawḥīdī,
Un ejemplo es el oficio de
Ibn al-Ǧawzī,
Al-Ābī,
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Las esclavas que desfilan en los relatos de los
Al-Ibšīhī,
Al-Ābī,
Ver Ibn ʿĀṣim,
Más adelante traeremos a colación otros relatos en los que aparecen mujeres veladas que caminan por diferentes espacios de las ciudades.
Estas normas se fundamentan en
Chapoutot-Remadi, “
Ibn ʿĀṣim,
Desde la Sevilla del s. VI/XII, Ibn ʿAbdūn solicitaba el esfuerzo del almotacén y del cadí para impedir que los vendedores se instalaran en los cementerios pues, en sus palabras, «lo que hacen es contemplar los rostros descubiertos de las mujeres enlutadas». También para impedir que los muchachos aprovecharan los días festivos para acudir a los cementerios a observar a las mujeres. Pedía, asimismo, vigilancia para evitar que los cementerios se convirtieran en lupanares. Igualmente parece que se instalaban en los cementerios sevillanos cuentacuentos y personajes que leían las manos. Ver Ibn ʿAbdūn,
Ibn al-Ǧawzī,
Traemos de nuevo a colación el testimonio de Ibn ʿAbdūn, quien instaba a impedir que las mujeres lavaran sus ropas cerca de donde los aguadores iban a recoger agua del Guadalquivir o de los embarcaderos; también que se sentaran en las riberas de los ríos en los mismos lugares que los hombres, especialmente en verano. Ver Ibn ʿAbdūn,
Ibn ʿĀṣim,
Chapoutot-Remadi, “
Antes de contraer matrimonio con el personaje que se menciona en la anécdota, fueron esposos de ʿĀtika ʿAbd Allāh/ʿAbd al-Raḥmān, un hijo de Abū Bakr y ʿUmar b. al-Ḫaṭṭāb. Ver Fück, “ʿ
Al-Ibšīhī,
Ibn ʿĀṣim,
Ibn ʿĀṣim,
Al-Ābī,
Ibn ʿĀṣim,
El mercado de los hilados (
Al-Ābī,
Lachiri, “
Ibn ʿĀṣim,
Ibn al-Ǧawzī,
Ver Shatzmiller,
Ibn ʿĀṣim,
Marín,
Ibn Ḥazm,
Al-Nuwayrī,
Ibn al-Ǧawzī,
Ver, por ejemplo, al-Rāġib al-Iṣfahānī,