El estudio de la onomástica femenina de los Banū Marīn de Fez ha adolecido, por lo general, de un análisis profundo y monográfico, a pesar de la gran utilidad de dichos nombres para definir mejor distintos rasgos de la idiosincrasia de esta estirpe. El objetivo principal del presente trabajo es cubrir precisamente dicha laguna científica, ofreciendo un análisis tanto filológico como socio-cultural del amplio catálogo de nombres femeninos presentes en el árbol genealógico meriní, desde el rigor científico. Como se intentará demostrar, tales denominaciones constituyen valiosos recursos para reconstruir la diversidad identitaria (étnica, geográfica, prosopográfica, cultural, etc.) no solo de este conjunto de mujeres, sino también de los soberanos con los que se relacionaron en distintas calidades familiares. Igualmente, tales nomenclaturas permiten identificar con una mayor precisión las estrategias de legitimación político-religiosa que esta estirpe diseñó tanto en el plano socio-cultural árabe como en el religioso islámico.
The study of female onomastics of the Banū Marīn of Fez lacks a deep and monographic analysis, despite of being very useful to better define different features of the idiosyncrasy of this lineage. The main objective of this paper is precisely to cover this scientific gap, offering a philological and socio-cultural analysis of the wide catalog of female names present in the Merinid genealogical tree, from the scientific rigor. As we will try to demonstrate, such denominations constitute valuable resources to reconstruct the diverse identities (ethnic, geographical, prosopographic, cultural, etc.) of both these women and the sovereigns to whom they were related. Likewise, these names make it possible to identify with greater precision the strategies of political and religious legitimization that this dynasty designed in both the Arab socio-cultural scope and the Islamic religious sphere.
El nombre propio (
A la hora de estudiar distintos aspectos relativos a la idiosincrasia de cualquier sociedad islámica, el análisis de la onomástica portada por sus sujetos tanto masculinos como femeninos resulta, por tanto, muy revelador. Así lo reconoce Helena de Felipe Rodríguez, para quien «el valor de los estudios onomásticos para realizar análisis de individuos y sociedades está totalmente confirmado»
Tal es el caso que nos ocupa: el estudio de los nombres que portaron las mujeres de la familia meriní de Fez; un aspecto que hasta la fecha no ha sido abordado de una manera profunda y total a pesar de la gran utilidad que la onomástica puede tener para desvelar diversos rasgos de la idiosincrasia de esta estirpe. Entre ellos, figuran las estrategias de legitimación político-religiosa que aquella desarrolló, según explicaremos en breve, como dinastía bereber que fue. Recordemos que los Banū Marīn, pertenecientes a la tribu bereber Zanāta,controlaron la zona más occidental del Magreb (
A pesar de haber compartido origen étnico bereber (aunque no tribal) con los Almohades, los Meriníes se diferenciaron de estos en el tratamiento historiográfico que dieron a las mujeres de su estirpe. Si bien aquellos se habían caracterizado por una consciente ocultación del sector femenino en sus crónicas -tal vez como reacción a la explícita exhibición, física e historiográfica, que los Almorávides habían hecho previamente de sus mujeres, que ni siquiera tenían que ir veladas en los espacios públicos-, los Meriníes, por el contrario, concedieron un especial protagonismo a la figura femenina como piedra angular de la familia en su producción escrita. Aunque esta estuvo enmarcada en la tradición arabo-islámica, comportó una actitud algo más abierta hacia el reflejo textual femenino a diferencia también de las sociedades árabes, mucho más reservadas, por lo general, que las bereberes en el tratamiento de las mujeres en las crónicas por ser estas consideradas espacios de manifiesta visibilización
Descendiendo al detalle, el amplio catálogo de las denominaciones femeninas meriníes adquiere un valor exponencial al revelar los plurales rasgos, ya señalados, de su diverso «harén» (
Por otro lado, los nombres de dichas mujeres trascienden el plano puramente social para adentrarse en el político, al ofrecer a veces indicios claros tanto de las orientaciones ideológicas de su linaje como de los recursos sobre los que este cimentó su legitimación político-religiosa. Sobre ello reflexionó Miguel Ángel Manzano al plantearse si podían «rastrearse, a partir de la onomástica de una dinastía, determinados problemas relacionados con la legitimidad del poder» o si «podría la onomástica contradecir los criterios de la legitimidad de esta dinastía»
A lo largo de este estudio pretendemos, pues, realizar una identificación y un análisis filológico del amplio elenco de nombres que portaron las mujeres de la dinastía meriní a lo largo de su historia, cuya traducción socio-cultural aportaremos igualmente. Considerando la falta de estudios dedicados, de manera total, a este aspecto, nuestro objetivo es cubrir dicha laguna y, con ello, lograr un mejor conocimiento tanto de las mujeres de esta familia como de la propia dinastía, conscientes de la necesidad de aplicar la perspectiva de género al estudio de su trayectoria; pues, como afirmara la historiadora estadounidense Joan W. Scott
En su trabajo titulado “Onomástica benimerín: el problema de la legitimidad”,
Para lograr la arabización del linaje, los Banū Marīn trazaron una nueva cadena genealógica o
La siguiente mujer de la que tenemos noticias es Muzna bint Asad b. Rabīʿa b. Nizār
El origen
Centrándonos en la figura de Tumāḍir (hermana de Barr), su nombre constituyó otro exponente de la arabización genealógica de los Banū Marīn. Dicha denominación era árabe y de origen preislámico, siguiendo la tendencia de algunos bereberes de emplear nombres
A pesar de sus pretensiones de arabización étnica, los Meriníes no lograron ocultar completamente su naturaleza bereber, algo que se muestra de manera bastante evidente en la onomástica
Consta el empleo de nomenclaturas bereberes femeninas ya en tiempos del fundador de la dinastía meriní, ʿAbd al-Ḥaqq al-Marīnī (592-614/1195-1217), quien engendró una numerosa prole con distintas mujeres, algunas de ellas esposas legítimas y otras, seguramente concubinas
Volviendo al referido emir ʿAbd al-Ḥaqq al-Marīnī, su única hija documentada se llamaba Urṭatlīm o Warṭalīm (variante, según Miguel Ángel Manzano, de Urtaṭīm)
Entre el colectivo femenino de los Banū Marīn también figuran nombres bereberes femeninos hipocorísticos o abreviaturas de uso familiar, concentrados por lo general en los entornos familiares de emires que reinaron en la primera mitad del siglo XIV. El primero con el que nos tropezamos en las crónicas es el de Bazzū bint ʿUṯmān b. Muḥammad b. ʿAbd al-Ḥaqq, esposa de Abū Yaʿqūb Yūsuf (685-706/1286-1307) y madre del emir Abū Ṯābit ʿĀmir (706-708/1307-1308)
De esta misma naturaleza serían las denominaciones de las hijas que tuvo el emir Abū l-Ḥasan ʿAlī, llamadas respectivamente Tāmū, Zarrū y Sūna
Bereberes fueron también los nombres de algunas hijas del célebre emir Abū ʿInān Fāris (749-759/1348-1358), denominadas respectivamente con los hipocorísticos Zannū y Samā, y con el zoónimo de Ǧandūza
Otra denominación bereber fue la de Tāmallālt, portada por una esposa
Por último, consta que también era bereber el nombre portado por una de las hijas del emir Abū l-Ḥasan ʿAlī, llamada Tāḥaḍrīt
Las mujeres de la familia meriní también recibieron, como era de esperar, denominaciones árabes de muy distintos tipos en función de sus diferentes condiciones sociales, con las que esta dinastía trató de acreditar su alto nivel de arabización por las razones ya expuestas. Sin embargo, entre ellos los nombres propios tanto de las llamadas ‘Madres de los Creyentes’ musulmanes (
El primer nombre, en términos de frecuencia de uso, empleado en su seno familiar fue el de ʿĀʾiša, vinculado a una de las figuras más destacadas de la tradición islámica: ʿĀʾiša bint Abī Bakr (m. 58/678), la esposa preferida de Mahoma y, a su vez, hija del primer califa en la serie de los ‘bien guiados’ (
Por su carácter islámico, la dinastía meriní hizo uso de esta denominación tan emblemática entre las mujeres musulmanas. El nombre de ʿĀʾiša, pronunciado en bereber como ʿIša, fue llevado por al menos por cuatro mujeres meriníes documentadas en las fuentes. Comenzando por el siglo XIII, fue portado por la segunda esposa que tomó el emir Abū Yūsuf Yaʿqūb (656-685/1258-1286), llamada ʿĀʾiša bint Muhalhil b. Yaḥyà al-Ḫalaṭī, mujer con la que engendró al octavo emir de la dinastía, Abū Saʿīd ʿUṯmān II (710-731/1310-1331). De ella se nos dice que era noble (
Otra nomenclatura representativa de las grandes mujeres del Islam llevada por las Meriníes fue la de Fāṭima, correspondiente a la celebérrima Fāṭima al-Zahrāʾ (m. 11/633). Se trataba de la hija engendrada por Mahoma y su primera mujer, Ḫadīǧa
Otro nombre femenino sagrado de la tradición islámica presente en el árbol genealógico meriní fue el de Ruqayya (‘ascenso’, ‘canto o recitación de palabras divinas’, aunque también ‘encantadora’
Bajo el nombre de Āmina (‘digna de confianza’), correspondiente como es bien sabido a Āmina bint Wahb (m. c. 576), la madre del profeta Mahoma
El nombre de otra de las esposas de Mahoma, Ḥafṣa -relativo a Ḥafṣa bint ʿUmar (m. 45/665), hija del califa
Por último, y aunque no referido a una tradición onomástica propiamente islámica, consta que el emir Abū Saʿīd ʿUṯmān II tomó una esposa, también
Dentro del catálogo de denominaciones árabes que algunas mujeres de la familia meriní recibieron, cabe mencionar también aquellos nombres formulados como
Distintas mujeres de esta dinastía respondieron a esta tipología de nombres, propia de la cultura islámica. Un ejemplo de ello es el de Umm al-Yumn (‘la madre de la bendición’ o ‘la dotada de la prosperidad’), que portó Umm al-Yumn bint Muḥallī al-Baṭṭīwī o al-Baṭṭūʾī
Bajo denominaciones parecidas figuran, igualmente, dos hijas del célebre emir Abū ʿInān Fāris, llamadas respectivamente Umm Hānīʾ (‘la [Madre] de Hānīʾ’) y Umm al-ʿAzīz (‘la [Madre] de ʿAzīz’), si bien de esta última se dice que era conocida bajo el apodo de Mindīla (‘delantal’, ‘velo’ o ‘turbante’)
Este último soberano engendró, por último, a una hija denominada Umm Umm al-Fatḥ (‘la dotada de la conquista’ o de ‘la victoria’)
Volviendo al conjunto dinástico meriní, tal vez puede advertirse en la elección de este nombre por parte de Abū l-ʿAbbās Aḥmad una clara influencia de esta moda onomástica femenina granadina, posiblemente justificable en una serie de hechos que acreditan la especial cercanía que este emir tuvo con el reino nazarí: en primer lugar, consta el origen andalusí de la madre de dicho sultán meriní, de la que afirma Ibn al-Aḥmar
Por último, analizaremos los nombres árabes que recibieron algunas mujeres meriníes, a través de los cuales esta estirpe explicitó también tanto su grado de arabización como sus pretensiones de «arabidad». Distinguiremos, por un lado, aquellos que portaron algunas mujeres nobles sin entrañar, como en el apartado inmediatamente anterior, una significación religiosa y, por otro, los «epítetos onomásticos» que les fueron impuestos a las concubinas tomadas por distintos emires de esta dinastía.
Comenzando por el primer elenco, hallamos que una de las esposas del fundador de la dinastía meriní, ʿAbd al-Ḥaqq al-Marīnī, se llamaba Sawṭ al-Nisāʾ (‘el Azote de las mujeres’), nombre a modo de apodo (
Pasando al ámbito de las esclavas destinadas al concubinato, estas recibieron, según era costumbre, nombres a gusto de su nuevo dueño que hacían referencia a sensaciones placenteras procedentes de campos semánticos muy diversos. En este sentido, los Meriníes no mostraron una gran originalidad, ya que otorgaron a sus esclavas nombres conocidos que, salvo excepciones, ya habían portado mujeres de dicha categoría en otros puntos y momentos de la historia del Islam.
Siguiendo el orden establecido en la catalogación que Manuela Marín
Otras esclavas respondieron a denominaciones relativas a fenómenos atmosféricos o astronómicos, siendo el caso de las dos concubinas (
En cuanto a Qamar, su uso fue todavía más frecuente entre mujeres esclavas; en concreto, consta que así se llamaron las concubinas que tomaron, respectivamente, el emir almorávide ʿAlī b. Yūsuf (500-537/1107-1143)
Por su parte, hubo mujeres que recibieron denominaciones de materiales preciosos o altamente valorados, más originales que los anteriores: así sucedió con al-ʿAnbar (‘el Ámbar’)
Nombre (*: concubina) | Bereber | Islámico | Árabe | Otro origen | Frecuencia de uso |
---|---|---|---|---|---|
Tāʿzūnt/ Tāʿzent | x | 2 | |||
Urṭatlīm / Warṭalīm | x | 1 | |||
Bazzū | x | 1 | |||
Tāmū | x | 1 | |||
Zarrū | x | 1 | |||
Sūna | x | 2 | |||
Zannū | x | 1 | |||
Samā | x | 1 | |||
Ǧandūza | x | 1 | |||
Tāmallālt | x | 1 | |||
Tāḥaḍrīt/ Ḥaḍriyya | x | x | 1 | ||
ʿĀʾiša | x | 4 | |||
Fāṭima | x | 4 | |||
Ruqayya | x | 2 | |||
Āmina | x | 1 | |||
Maymūna | x | 2 | |||
Ḥafṣa | x | 1 | |||
Ṣafiyya | x | 1 | |||
Sukayna | x | 1 | |||
Maryam | x | 1 | |||
Umm al-Yumn | x | 1 | |||
Umm al-ʿIzz | x | 2 | |||
Umm Hānīʾ | x | 1 | |||
Umm al-ʿAzīz | x | 1 | |||
Umm al-Faraǧ | x | 3 | |||
Umm al-Fatḥ | x | 1 | |||
Sawṭ al-Nisāʾ | x | 1 | |||
Al-Nuwwār | x | 1 | |||
Sitt al-ʿArab | x | 2 | |||
Ġazzāla* | x | 1 | |||
Rīma* | x | 1 | |||
Al-Yāsmīn* | x | 1 | |||
Al-Zahrāʾ | x | 1 | |||
Šams al-Ḍuḥà* | x | 1 | |||
Qamar* | x | 1 | |||
Al-ʿAnbar* | x | 1 | |||
Fiḍḍa* | x | 1 | |||
Al-Ǧawhar* | x | 1 | |||
Yāmina | x | 1 | |||
Zayāna | x | 1 | |||
ʿAsīla* | x | 1 | |||
Nuzha | x | 1 |
Otras esclavas fueron llamadas con nombres referidos a rasgos físicos o morales, entre las que destacan Yāmina
A lo largo de las páginas previas se ha podido comprobar cómo el análisis filológico y socio-cultural de la onomástica de las mujeres de la dinastía meriní constituye un elemento de gran utilidad para profundizar en el estudio de distintas facetas de esta estirpe: por un lado, para reconstruir los diversos rasgos identitarios (étnicos, culturales, geográficos, religiosos, etc.) tanto de aquellas como de los soberanos con los que se relacionaron en distintas calidades familiares (madres, hermanas, esposas, concubinas, hijas, etc.); y, por otro, para definir con una mayor precisión las estrategias de legitimación político-religiosa que los Meriníes desarrollaron sobre dos principales pilares: unas supuestas raíces árabes, berberizadas mediante una legendaria familiaridad ancestral con la cultura bereber, y una profunda islamización. Como se ha pretendido demostrar, la onomástica femenina constituyó un indicio exponencial de ambos fenómenos y estuvo expresada en ambas lenguas -árabe y bereber- tanto respectiva como paralelamente, pues en algunos casos advertim os nomenclaturas femeninas expresadas a la vez en dichos idiomas (como sucede en Tāḥaḍrīt/Ḥaḍriyya o en Tāmū/Fāṭima). Los nombres de mujer meriníes fueron, pues, partícipes de sendas culturas aunque estuvieron enmarcados, en la mayoría de las ocasiones, en las tradiciones onomásticas de la propia historia social del Islam.
Según se desprende de este estudio, desde el siglo XIII en adelante las mujeres meriníes recibieron tanto nombres bereberes como árabes, aunque en distintas proporciones. Los primeros, aunque bastante más escasos que los segundos, dejaron traslucir el peso de la etnia y la cultura
En cuanto a los nombres árabes, estos compensaron la presencia de los anteriores en el árbol genealógico de los Banū Marīn, siendo su frecuente adopción especialmente necesaria para consolidar la supuesta «arabidad» de su identidad cultural. Entre los más importantes figuran los nombres islámicos, correspondientes, como ya ha sido expuesto, a las ‘Madres de los creyentes’ musulmanes. Siguiendo en ello el mismo comportamiento que otras muchas dinastías, los Meriníes los impusieron con gran asiduidad, siendo portados por tres esposas legítimas -tanto de etnia árabe como
Por otro lado, otras mujeres recibieron nombres árabes desprovistos de implicaciones semánticas religiosas, tales como las
Por último, cabe detenerse brevemente en aquellas denominaciones concebidas a modo de
Sea como fuere, lo cierto es que los Meriníes se sirvieron de las denominaciones de sus mujeres para perfilar con una mayor precisión muchos rasgos de su propia identidad como dinastía.
Este trabajo es fruto del proyecto de Investigación I+D+i de Excelencia “La mujer nazarí y meriní en las sociedades islámicas del Mediterráneo medieval (siglos xiii-xv). Poder, identidad y dinámicas sociales” -NAZAMER- (Ref.: HAR2017-88117-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, y la Agencia Estatal de Investigación, del que soy Investigadora Principal (
Aleya 5 de la azora 33, titulada “La Coalición” (
Sobre la sociedad bereber, véase
Entendido como el conjunto de mujeres privado y privativo de un soberano que resultaba, en consecuencia, prohibido (
Aunque la formulación del concepto de «arabidad» (
En la edición de
Según
Bajo esta denominación, que hace referencia a un fenómeno de la naturaleza tan apreciado por los árabes como es la lluvia, están registradas de hecho varias mujeres de distintas dinastías de la historia del Islam: la esposa del último califa omeya de Damasco, Marwān II (127-132/744-750); la mujer del emir Muḥammad y madre del califa Omeya de Córdoba ʿAbd al-Raḥmān III (300-350/912-961), una mujer de origen cristiano (
El término
Según este investigador, este verbo es poco frecuente en
Sobre la figura de Barr, véase la mención que de él hace
Para la identificación de algunas de las mujeres cuyos nombres son analizados en este epígrafe en el contexto familiar de los Banū Marīn, y un mejor seguimiento de su contenido, remitimos al árbol genealógico ofrecido por Miguel Ángel Manzano, a modo de anexo, al final de su traducción de la crónica
Quisiera agradecer explícitamente la generosa ayuda que me han brindado Carles Múrcia (Universitat de Barcelona) y Hassan Akioud (Institut Royal de la Culture Amazighe -IRCAM-, Rabat, Marruecos) en la difícil tarea de desentrañar el significado de algunos nombres femeninos que expondré en este apartado, sobre todo, dado el hecho de que sus transcripciones en árabe desvirtuaron con frecuencia las versiones originales de dichas nomenclaturas, a veces difíciles de identificar. Igualmente, me han resultado de gran utilidad los citados trabajos de
En el presente artículo, reproduciremos las fechas de reinado de cada soberano mencionado tan solo en su primera referencia en el texto.
E incluso transcrito en árabe como Tāʿzuna,
Véase <
Traducción de la
Manzano Rodríguez, trad. de la
Cabe destacar cómo en otras culturas se dio este fenómeno, siendo un ejemplo de ello en latín el nombre de Claudia, de idéntico significado (‘coja’), según apreciación de Carles Múrcia.
Sobre las hijas de Mahoma, véase la obra de la escritora egipcia ʿAbd al-Raḥmān, ʿĀʾiša, más conocida como
Sobre esta importante figura femenina islámica, véase
En el caso de la dinastía nazarí, hay al menos siete mujeres documentadas bajo este nombre desde el siglo XIII hasta el XV. Véase
Ibn al-Ahmar,
Ibn al-Ahmar,
La escritora
Sobre esta figura, véase de nuevo
De hecho, algunas de ellas figuran en la decoración epigráfica de la necrópolis real meriní de Chella. Véase, a modo de ejemplo,
Ibn al-Aḥmar,
Sirvan de ejemplo la hija de Badr al-Dīn Ibn ʿAsākir o la esposa del jurista mameluco Šihāb al-Dīn Abū Šāma (m. 665/1368).
Nombre habitual entre las mozárabes toledanas, documentado en un epitafio de una mujer mozárabe llamada precisamente Šamsī ibnat Ibn al-Šayḫ hallado en Toledo, de principios de la época almohade (año 1160), estudiado por
Recogido por
Weiner
Cabe destacar que
Weiner,
Agradezco a mi compañero Mohamed Meouak (Universidad de Cádiz) las siguientes referencias bibliográficas que generosamente me ha facilitado para acreditar el uso onomástico masculino del nombre de ʿAnbar en las sociedades islámicas medievales:
Trad. Miguel Ángel Manzano, p. 49, ya que